En una escena mítica de Supersalidos (2007), el personaje de Fogell se presenta en una licorería con un carnet falso. Dice que es de Hawaii. Se ha puesto un solo nombre: McLovin. Y actúa como si todo estuviera bien.
Hoy, muchos se presentan como diseñadores gráficos igual que Fogell con su carnet falso: con confianza, pero sin criterio.
En la era de las herramientas automáticas, las IA “creativas” y los tutoriales de 30 segundos, cualquiera puede abrir Canva, tocar un par de botones y decir “ya soy diseñador”.
El problema no es usar herramientas accesibles. El problema es no tener una base, ni visual ni conceptual.
Diseñar no es decorar. No es elegir una tipografía bonita ni pegar cuatro logos en un fondo de color.
Diseñar es construir sentido. Es pensar, analizar, conectar. Y eso no se aprende en una tarde.
Hay carnets falsos por todas partes. Diseños vacíos, marcas sin alma, webs sin coherencia.
Y lo peor: muchos clientes no saben distinguir entre un McLovin del diseño y un profesional que lleva años aprendiendo a hacer bien las cosas.
Por eso he creado el Carnet de Diseñador de Hawaii, para reírnos un poco, sí, pero también para lanzar un mensaje claro:
Si quieres el tuyo (y formas parte del club de los que lo hacen con cabeza), mándame tus datos.
¿Y quién sabe? Si esto crece, quizás montemos algo más grande.
No eres McLovin. Eres diseñador.
Y eso se nota.